domingo, 18 de mayo de 2014

La olla de oro al final del arcoiris

Tengo la fortuna de despertarme a la mitad de la noche, de los fines de semana no dormir más allá de las 7am, de pasar todo el día corriendo para ir a dejar y a buscar a sus colegios.
Tengo la inmensa fortuna de ver dibujos animados horas y horas, escuchar música infantil, despertarme antes todos los días para cambiar de ropa, hacer leche y peinar pelos.

Tengo la inmensa Fortuna de escuchar llantos todos los días, de que se enojen conmigo porque no hago lo que quieren, de tener que hacer tareas y pintar todos los días...
...tengo la inmensa fortuna de tener mamaderas y pañales hasta en el auto, de que mi tiempo no sea mio y dependa de otros, de tener que organizar todo en función de sus necesidades y sobre todo de tener que estar siempre pendiente de como están otros y en eso no tener permiso ni para enfermarme.

Sí, tengo esa inmensa fortuna, porque cada vez que Tomás me sonríe y me busca en las mañanas o cuando la Ursu me abraza y dice "papá te amo tanto" me doy cuenta que todo, absolutamente todo vale la pena y que al final del arcoiris, ellos son mi fuente llena de oro, mi fortuna.



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